Silencio
Era una noche como todas, llena
de gala, de brillo. Él se
manifestaba imponente, magistral.
Preparando su smoking y leyendo las partituras.
Toda esa noche
sería perfecto. Al día siguiente se encontraría con esa persona con la cual no
pudo ser.
Pero esta vez se
tenía confianza, arreglando los últimos
detalles dentro del camarín Se oye el tocar en la puerta y una voz suave
que lo nombraba.
Quien más si no
ser ella la mujer por la cual su corazón latía día a día.
Sin pensarlo 2
veces abre; la felicidad era inmensa, la
noche más perfecta aún.
-escucha a su
amada atentamente –Te deseo un espectáculo
maravilloso. Aunque no hace falta sos un
gran Artista.
Un lento beso en
la mejilla y un cariñoso rose con sus manos, lo dejaron extasiado y lleno de ánimos de dedicarle la más hermosa
sonata nunca antes creada.
Ya era hora de
salir a escena.
Todo era normal;
la sala repleta de gente esperando con ansias
oír esa maravillosa voz.
Pero solo una
persona a la cual dedicarle cada nota.
Se acomoda como
siempre mira y saluda al público, pero
hay algo inusual.
Aquella mujer tan
celestial que habitaba su mente estaba acompañada por otro hombre,
Un hombre que
sujetaba su mano y al que ella le sonreía de una manera más que amistosa.
Repentinamente su
vista se nublo, sus piernas perdieron estabilidad. El mundo en el que creía se
desvaneció completamente.
Perdiendo
absolutamente todo.
Habría pasado una
hora cuando despertó en el hospital pero no sentía siquiera ánimos de abrir los ojos.
Los mantuvo
cerrados un buen rato.
Solo oía una voz
sollozante que repetía una y otra vez; “por favor despertate, quisiera oírte una vez
más.”
Esa mujer por la
cual Él vivía, esa musa omnipresente, ese ángel que él amaba.
Que en el anterior
episodio se volvió casi mortal.
La que sostenía su
mundo y que con una sonrisa más que
amistosa lo devastó en menos de
un segundo.
Era ella
suplicándole que la escuche y que por favor le responda.
-Yo te amo. Desde
la primera vez que te vi y cada minuto del resto de mi vida. Siempre te amé.
-¿Por qué? ¿Por
qué me dejaste ir? ¿Por qué jamás oí un
“te amo” de tu boca?
Asombrado por la
confesión de esa suave voz intento responder, pero no logro emitir sonido.
Desesperado por
cantar sus sentimientos a la mujer amaba.
No lo pudo hacer,
ya no podía cantar, hablar o manifestar sonido alguno.
Abrió los ojos movió
un poco las manos. Ella reacciono, acomodo su almohada, acaricio su cabeza y le
dio de tomar un poco de agua simplemente se dedicó a tararear una canción.
Mientras admiraba
a ese ídolo que ahora estaba indefenso.
La almohada era tan blanda, y en su garganta
afiebrada la frescura del agua mineral.
Aquella mujer tan
atenta se mantenía tan hermosa y dulce como
siempre.
Mirándose a los
ojos sin decir una palabra.
Empezó a recordar
y viendo el daño que le provoco a su
corazón y al de su amada ya no tuvo el valor de seguir a su lado.
Después de tantos
años de silencio.
De guardar sus
sentimientos a la mujer que amaba.
Después ya no pudo
decir nada.
Koi
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